Hay una canción del grupo mejicano Maná que inevitablemente me lleva a mi experiencia con Lou. La letra dice: “…Bendito el lugar, y el motivo de estar ahí, bendita la coincidencia, bendito el reloj, que nos puso puntual ahí, bendita sea tu presencia…bendita la luz de tu mirada desde el alma…”

Solo tengo palabras de agradecimiento a Lou. Parecía que la había conocido por casualidad, pero estoy convencida de que mi vida puso a Lou en mi camino porque la necesitaba. Solo cuatro días después de conocerla hubo un episodio desagradable en mi vida y sentí la necesidad, por primera vez en mi vida, de pedir ayuda a nivel emocional y tuve una corazonada: “voy a comentárselo a Lou”. Ella me dijo “yo puedo darte las herramientas necesarias, pero el trabajo es tuyo”. En la primera sesión me sentí muy perdida, estaba bastante desbordada emocionalmente y Lou me hablaba, llena de comprensión y de cariño, de cosas completamente nuevas para mí. A pesar de que me hablaba de un mundo desconocido, yo estaba abierta a probar lo que me contaba, y muy obediente fui aplicando las herramientas que ella me dio.

Hoy estoy feliz, afrontando mi vida con otra perspectiva y siento que crezco cada día. He descubierto un mundo apasionante que me hace sentir muy bien y del que quiero seguir aprendiendo. Creí en Lou y cada día Creo más en mí.

En la vida hay procesos que están por encima de lo racional. El dolor ante la pérdida de una persona muy importante, me hizo necesitar un acompañamiento que me permitiera conectar con mi corazón. Mirar al pasado con cariño y afrontar el presente. Teniendo esperanza en el futuro. Fue ocuparme de mi. Un viaje hacia dentro de mí misma, que me ayudó a continuar.